Náufrago
Su barba trimada hacía mucho por no delatarle. Larga y un tanto rizada, no dejaba entrever los años que llevaba colgada de aquel enjuto rostro. Además, aunque tuviesen la mirada de las 1000 millas la mayor parte del tiempo, tras sus profundos ojos azules se vislumbraba, muy ocasionalmente y de pasada solo, un mal inimaginable, abisal; intemporal y eterno. Su aspecto, aunque desastrado, no era peor que el de cualquier excéntrico y falso hippy de los que hollaban aquellos cruceros de superlujo, por eso nunca llamó la atención, pese a su parecido con un famoso actor. Nunca nadie cruzó más palabras con él que los mínimos "bienvenido a bordo", "a continuación efectuaremos un simulacro" y "gracias por viajar con nosotros, esperamos verle pronto", por eso nadie le recordaba más que muy difusa e inconscientemente.
Nadie, pese a todas las teorías conspiratorias que circularon al respecto durante tantos años, se tomó nunca la molestia de cuadrar las listas de víctimas y desaparecidos de tantos misteriosos hundimientos en tan poco tiempo, ningún Estado nunca le llegó a borrar de los registros de los vivos (pues en ellos tampoco aparecía, falla que se atribuía siempre por parte del gris funcionario de turno a problemas informáticos). Las aguas internacionales enterraron bajo sus bares (de presión) muchas respuestas sin pregunta, pero no más que las que los informes legajos de bits fueron capaces de esconder tras esos problemas a los que aludían los pobres y perdidos trabajadores de la Nación.
Ni tan siquiera la gente que estuvo circunstancialmente cerca de él (en la cubierta superior, quizá tras una pared o dos, paseando andarines por el pasillo paralelo) supieron nunca lo que les vino encima. Nadie nunca brindó pista o explicación aceptada alguna sobre los sucesos, ya que los supervivientes no recordaban nada de los hechos, habiéndose despertado muchos de ellos en el vaivén de sus salvavidas, o incluso en las barcas de salvamento mientras bogaban para escapar. Incluso se llegó a efectuar hipnosis para descartar causas físicas de dichas amnezias, pero se detuvieron sonoramente (pues la prensa no ahorró adjetivos) tras el segundo infarto. Dicen que el estrés postraumático es así, que bloquea aquello que es demasiado terrible aceptar.
Qué cosa tan curiosa y poco estudiada es la pirólisis.
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